Elecciones presidenciales y el tema de discusión entre tantos otros dice relación con ceder una franja territorial con o sin soberanía para la mediterránea Bolivia, tierra azolada por la pobreza, el analfabetismo, los oportunismos políticos y otros menesteres que mantienen a sus habitantes entre los más pobres y subdesarrollados de América.
Una y otra vez, en distintos foros internacionales, los representantes de la hermana República de Bolivia han solicitado salida al mar, aduciendo motivos económicos, sociales, históricos y humanitarios. Una y otra vez la diplomacia chilena se las ha arreglado para evadir el tema y evitar un compromiso que dé ilusiones al pueblo vecino.
Es válido el argumento chileno respecto a no revisar o discutir el tratado de 1904, indudablemente en derecho internacional los tratados son fuente del derecho y su revisionismo es ocasional. Sin embargo y como ejemplo, la tendencia en Europa es deponer las fronteras de manera paulatina. Sin duda el esquema geopolítico europeo no ha tenido modificaciones más allá del desmembramiento de Yugoeslavia y el reconocimiento por parte de la comunidad internacional a las nuevas naciones, o la cesión de derechos a las comunidades autónomas españolas, que sin transformarse en Estados autónomos gozan de gran independencia y autodeterminación, dejando obsoleto el esquema Franquista del centralismo y el autoritarismo.
El mundo vive un proceso de cambio acelerado, la mundialización y el modelo de libremercado van derritiendo las fronteras para hacer un comercio más expedito, la misma unión europea que tiene sus orígenes más remotos en una alianza cooperativa para el uso de las aguas del Rin, mas tarde se transforma en una alianza de cooperación económica con la CECA, la EUROATOM y finalmente se transforma en una unidad comercial con fuerte intervención cultural (idioma comunitario, ciudadanía comunitaria, parlamento comunitario, moneda comunitaria, etcétera). Este proceso está plenamente vigente y sus proyecciones son incalculables y pueden abarcar incluso la creación de una unidad política europea, dejando atrás esos rancios nacionalismo dirigidos por siempre desde la casta conservadora (llámese Estado, Iglesia o derecha).
América, siempre retrazada y violentada, con esas máculas de golpismo militar, pobreza, narcotráfico, subdesarrollo, ha sido siempre la cantera del mundo, el mayor productor de materias primas, América como unidad política sería un monstruo económico capaz de hacer contrapeso a un modelo capitalista destructor de la naturaleza y de la especie humana. América es autosustentable, tiene todos los ingredientes para transformarse en el centro económico mundial o para enquistarse en un modelo de supervivencia americano desconectado del mundo, América no necesita de nada más, pero los intereses económicos son superiores al sueño bolivariano, pues aquella ilusión de los albores de la independencia chocan con los intereses de los grandes inversionistas, los terratenientes, las transnacionales y los especuladores que desde el descubrimiento han saqueado nuestro continente.
Mar para Bolivia. Cuándo le consulto a mis alumnos sobre su opinión del tema me dice: “imposible, los Bolivianos no se merecen mar”, “ganamos ese territorio en la guerra” y ahí me doy cuenta que el trabajo sobre el inconsciente colectivo por parte del Estado conservador y capitalista ha sido efectivo. Ese viejo chovinismo, inútil y desmesurado, manipulado desde la infancia con historias sobredimensionadas de personas convertidas en héroes por las plumas de los historiadores lambeculos, por las crónicas proselitistas de aquellos que trabajan al servicio de la oligarquía y que con sus pseudo investigaciones han logrado amoldar esas mentecitas para hacernos pensar que Bolivianos, Peruanos y Argentinos son los villanos que se quieren apropiar de lo nuestro, en circunstancias que los que se apropian de nuestro trabajo y nuestro esfuerzo son los mismos que mandan a un historiador mentecato a tergiversar los hechos y que a través de sus escritos hacernos sentir que la oligarquía nos hace un gran favor al evitar la potencial invasión de los ya citados Bolivianos y Peruanos.
Seguro en esos países pasa lo mismo que en Chile, pero a la inversa, allí también hay latifundistas y empresarios que no quisieran perder ni sus tierras ni a sus obreros pues les significa perder su status y riqueza.
Un día pregunté en clases: “¿Cuántos de Ustedes irían a la guerra para defender a Chile”?. Quedé pasmado, la mayoría de los varones y algunas damas levantaron la mano. Ante mi asombro volví a consultarles “¿Y quién tiene propiedades en Arica o Antofagasta como para ir a la guerra”?, pues nadie las tenía, incluso ninguno de ellos tiene propiedad, ni sus padres, con suerte son dueños de su destino. Entonces repliqué: ¿Irían a un conflicto bélico, corriendo el riesgo de ser muertos, torturados, violados o mutilados por defender las propiedades y las riquezas de los Luksic, Angelini, Piñera, Matte, Claro, Paulman y otros?. Se generó una catarsis colectiva, un despertar masivo de la Matrix, comenzaron a inquietarse y a cambiar el discurso. Finalmente y después de un par de clases llegamos a varias conclusiones, entre ellas que el mundo real es distinto del que vemos, que los medios de comunicación nos bombardean con ideas manipuladoras que tienen poca veracidad, que los programas escolares están construidos sobre una historia tergiversada en la cual se les domestica respecto a algunas ideas fuerzas de interés del Estado, que la propiedad está en manos de un reducido grupo de capitalistas y que se nos utiliza como instrumentos para fines ajenos a los nuestros, claro, incluso algunos quedaron perplejos pensando si efectivamente tenían algún fin en la tierra.
Y que hay del mar para Bolivia, nada, no deberían existir las fronteras, América debería ser una unidad política autosuficiente muy a la manera de la Comunidad Económica Europea, pero con un tinte más social, los Bolivianos y los peruanos ser queridos como nuestros hermanos, o internalizar en el subconsciente de los escolares que nuestros vecinos son personas igual que nosotros, con necesidades, padecimientos y que si la salida al mar soluciona de alguna forma su sobrevivencia precaria, entonces había que ceder la salida al mar.
Una América hermanada y democrática pondría fin al enorme gasto persuasivo de las fuerzas armadas, no habría necesidad de tener tanto general que nunca ha ido a la guerra, pondríamos especial cuidado en el medio ambiente, principalmente en la amazonía y los viejos nacionalismo darían paso a una fraternidad que nos pondría como sociedad varios peldaños más arriba de lo que hoy día somos.
Es un sueño, han pasado 200 años y lo que soñó Bolívar seguirá siendo Utopía.
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